Enfo… ¿qué?

Hay algo profundamente romántico en la dispersión: la libreta llena de ideas que no caben, las pestañas abiertas en el navegador como constelaciones caóticas, el café enfriándose mientras la cabeza se calienta. Caos fértil, dirán algunos, libertad, inspiración... Y sí. Todo eso es verdad. Hasta que hay que entregar.

El enfoque es el villano más incomprendido del mundo creativo. No porque sea malo, sino porque es incómodo, guste o no, es una jaula. Una jaula invisible que le quita oxígeno a las ideas que querían ser mil cosas al mismo tiempo. Una reja elegante que te obliga a elegir. Y elegir siempre es violento. Elegir es matar posibilidades. Es decirle no a diez caminos para caminar solo uno. Es apagar fuegos artificiales para encender una vela. Mucho menos sexy. Pero mucho más útil.

El creativo desconfía del enfoque como el gato del agua. Le teme porque sabe que lo domestica. Porque el enfoque no pregunta si estás inspirado: pregunta si ya terminaste. 

Pero aunque parezca enemigo, es el mejor socio silencioso del resultado. Es el que convierte la intuición en oficio, la idea en objeto. La mayoría de las ideas mueren no por malas, sino por huérfanas. Nadie las adopta con disciplina. Nadie les enseña a caminar solas. El enfoque es ese padre estricto que enseña a amarrarse las agujetas antes de salir a conquistar el mundo.

En la vida creativa hay dos tipos de personas: los que tienen ideas y los que las terminan. El enfoque no es un rasgo de personalidad. Es una decisión diaria. Una renuncia voluntaria al buffet infinito para pedir, por fin, un plato que se pueda comer.

Porque seamos honestos: dispersarse es fácil. Lo difícil es sostener una idea cuando deja de ser brillante y se vuelve trabajo. Ahí es donde muchos abandonan. No porque no tengan talento, sino porque no desarrollaron músculo de enfoque.

Y hay una paradoja hermosa: cuando por fin te enfocas, la mente se libera. Se desinfla la ansiedad de tener que ser todo al mismo tiempo. Descansas de inventarte universos y empiezas a habitar uno. 

Ángel Sánchez

Escrito por Ángel Sánchez, VP Creative de Birth Group

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